Para esta generación es una bendición ver el renacimiento de los Beach Boys. En el 2004, al fin, Wilson completa el disco perdido en los sesentas, quizás uno de los más esperados y, para incluir a los Beatles en esta lista de espectantes, es porque se trata de algo fuera de lo común. Brian Wilson perdió la cordura por SMiLE, a nosotros no nos queda nada más que agradecerlo por completarlo.
Alguna vez leí que cada generación tiene su disco, es decir uno del que se hablará siempre, o se lo tomará como referente. El Person Pitch es ese; sampleado, explotado por el internet, pero aún así increíble. Los caminos que toma Panda Bear son demasiado cálidos, sin embargo se tiene que escucharlo en silencio y solo, para entenderlo. Quizás es esto lo que nos falta, soledad.
A Donuts se lo escucha como ningún otro disco, aunque suene familiar por momentos, a lo largo de los 43 minutos te encuentras con una velocidad que nadie se había animado a probar. J Dilla representa a toda una generación de músicos ajenos a lo accesible y lo genial es que Donuts es el punto sensorial, el corazón, de esto.
No pienso escribir nada.
Desde el Daydream Nation, (que debe estar en la lista de los 80s) los neoyorquinos mantuvieron la ira y la innovación siempre unidas. Al envejecer, no quisieron abandonar su identidad, pero era evidente que el fervor juvenil se había perdido y ahí es donde entra el Murray Street. Aquí se muestra una banda realizada, algo que suena extraño como calificativo de Sonic Youth, pero es eso lo encantador: un disco que prueba que siempre es bueno intentar volver.
A parte de tener, lo que yo creo, es su mejor canción: Sympathy For The Strawberry.
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